IAyer estaba mirando por la ventana y ví que mi vecina estaba vestida en una gama de amarillos patito de pies a cabeza: le hacía juego con los guantes de latex que se usan para lavar los platos y el rastrillo, para juntar las hojas caidas del árbol.
Y aunque no estaba en mi rango visual, también escuché a otra de mis vecinas baldeando su vereda, cepillando cada baldosa como si se tratara de una mascota.
Tareas infructuosas -pensé yo- tratándose de las horas previas a la regia tormenta que hubo más tarde. Pero no. Nada es casualidát en San Justo.
En mi barrio hay muchos de estos especímenes -apenas humanos- que llegados a los 40 años de vida se transforman en seres hermitaños y mezquinos, que solo parecen socializar entre ellas durante sus tareas diarias en la vecindad de sus propiedades.
Aquellos que viven en departamentos se les hace difícil entender el concepto "chusma de barrio", ya que el hacinamiento en edificios es una inevitable contrariedát que impide la limpieza de vereda per cápita, aunque la evolución de la raza y la sabiduría de la naturaleza hicieron que estas personas contaran con métodos propios para la propagación de chismes en ecosistemas departamentiles: los ascensores y reuniones de consorcio.Cuando se viene el calorcito también empiezan a aparecerse cada vez más seguido esos bichos inmundos y asquerosos en cualquier lado y en cualquier momento, muy contrariamente a las épocas invernales, cuando sólo salen de sus guaridas en raras ocasiones para ganar su alimento y -de paso- pegarnos un susto padre si nos toman desprevenidos.
II
Por supuesto que me refiero nada más ni nada menos que a la leyenda urbana más temida en toda la historia del transporte público: los inspectores o "chanchos". Vengadores del cosmos o justicieros del universo, son entonces estos personajes que yacen en la base de la pirámide social y emergen como soberanos del colectivo a la hora de exigir el boleto, habiendo en sus facultades la tiranía y el despotismo de multar a quien no conserve o haya sacado mal, por picardía o necesidat, el contrato adquirido con la máquina espendedora.
Desde hace unas semanas, por lo menos en la mitad de los viajes que realicé, me pidieron el boleto para su correspondiente revisión.
Un número alarmante de apariciones, sin duda.
Y estoy pensando seriamente en empezar una colección certificada de boletos inspeccionados, como quien colecciona los antiguos capicúa, porque hasta ahora tengo uno con el clásico agujero de sacabocado, otro roto estratégicamente en la parte superior con las manos y, el más novedoso, el firmado con lapicera.
IIIHace unos días tuve la gratísima sorpresa de recibir en mi email un video-aficionado tomado por un lector (y colega blogger) que captó escenas y audio del mismísimo Cucharón (aka: Cucharita) mientras hacía su función arriba del colectivo 174.
Para los que no saben de quién hablo, en este post traté de explicar oportunamente un poco la historia de esta leyenda del mundo payasil.
Y ahora, como la olla llena de oro al final del arcoirise, les regalo a ustedes el video para que se revuelquen en la magia y la felicidát de la música monkeyislandesa: bajar video.
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# Trackback: Posteado por: Adria el día 24.11.05
M2C no termina acá, asi que no os preocupéis. Adria volverá en breve con sus geniales y brillantes tretas (?) apenas termine el ciclo lectivo.
Cualquier cosita, si arman pachanga en algun lado, avisenmé que voy.
Agurr.
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# Trackback: Posteado por: Adria el día 8.11.05














Hace unos días tuve la gratísima sorpresa de recibir en mi email un video-aficionado tomado por un 