No es hijaputez, es sentido común: si la vieja tuvo la suficiente movilidad para subirse al colectivo y caminar hacia mi asiento, entonces puede seguir parada.
Por eso, ante la eventual exigencia del chofer o algún otro pasajero para el abandono de MI merecido espacio, existe una treta aún más ingeniosa que el clásico "hacerse el dormido": el panic attack. Además de efectivo, es fashion.
"No puedo viajar parada porque soy claustrofóbica, cuando hay mucha gente me baja la presion y no me puedo mantener en pié".
Lo conveniente en caso de que no les crean, es llevar consigo un blister o una cajita de algún poderoso psicofármaco para acreditar la veracidad de nuestros dichos.
Pero no va a hacer falta, porque a esa altura ya habrá aparecido en escena algún noble caballero que, harto de la discusión, le ceda su asiento a la vieja y nos libre a nosotros de la penosa tarea.
En viajes subsiguientes no faltará el que nos reconozca y nos señale con el dedo diciendo "esa conchuda no le quizo ceder el asiento a la vieja" y nos escupan, pero sabremos que nosotros, ése día, llegamos a nuestros hogares frescos como una lechuga.
Muchas gracias, y buenas noches.
Comentarios:
# Trackback: Posteado por: Adria el día 30.6.05
Todo empezó cuando se me ocurrió ir a Wall*Mart. Fuí, seguí el procedimiento para la adquisición de bienes y productos, y cuando me dispuse a pagar, me dí cuenta que el monto total era de 9,97$.
Ahí fue cuando presté mucha atención a lo que iba a hacer la cajera.
Nosé si recordarán, pero hace poco salió una propaganda en la televisión que advierte a los consumidores que cuando el vuelto es menor a 5 centavos, la diferencia siempre es a favor del consumidor; osea que en mi caso me tendrían que haber devuelto 5 centavos.
Como vivimos en Argentina, era de suponerse que eso JAMÁS iba a pasar, así que se lo hice notar:
Adria: ¿Y el vuelto?Y me encabroné.
Cajera: No tiene vuelto.
Adria: Si, 3 centavos. Según mi derecho me tenés que dar 5 centavos.
Cajera: Mmm si pero no tengo.
Si vamos al caso, 3 centavos no son nada. Literalmente. Pero es mi derecho y necesito hacerlo cumplir, como ya dije, sólo por el placer de ponerme la gorra.
Fuí derechito a Atención al Cliente y le expliqué la situación a la empleada quien, inexplicablemente comprensiva, se ofreció a solucionar mi problema.
Se retiró un momento para buscar "mi vuelto" y regresó a los dos minutos con una sonrisa brillante, mi ticket y 3 relucientes moneditas de 1 centavo.
Wall*Mart me la hizo de nuevo.
Resignada y abatida por el poderío de aquella multinacional chupasangre, fuí a un locutorio dentro mismo del establecimiento para llamar a mi casa y que me fueran a buscar.
Después de un pequeño interludio telefónico con mi señora madre, miro el aparatejo que cuenta los pulsos y veo con mucha emoción que marca 0,23$.
Corto inmediatamente. Era mi oportunidad de salir airosa de la humillación inicial.
Voy a la caja:
Adria: Si, cabina 4.Al final, pagué los 23 centavos con el vuelto del honor, adquirido gracias al poder del pueblo para hacerse respetar.
Cajera 2: 0,25$.
Adria: En el aparato decía 0.23, ¿te puedo pagar con 3 centavos?.
Cajera 2: eeeeeee bueno. 0_0
Y así me fuí, perdiéndome en el horizonte tarareando la marcha peronista y sabiendo que, muy dentro mío, le hize un bien a la patria.
Comentarios:
# Trackback: Posteado por: Adria el día 21.6.05













